sábado, 3 de diciembre de 2016

¿Por qué no quería un puesto de liderazgo?



Hace unos días llegué muy emocionada donde mi jefa y le dije "Hey, hoy tomé break". Ella, con una cara de orgullo y susto me dijo "¡Eso, muy bien! Yo voy a ir a darme una vuelta a despejarme la mente". Minutos después, me horrorizó el reflejo de el momento.

Antes de aceptar mi puesto actual, siempre me pareció que era un terrible negocio entrar a liderazgo. No en esta empresa que amo, ¡en cualquiera!. Ví a mi papá mil veces salir tardísimo de la oficina, a mi novio tener que quedarse muchísimas horas después de su horario y con ambos he sostenido conversaciones monosilábicas mientras están tratando de responderme y solucionar lo que tienen en la pantalla.

A mi ex-jefa y amiga, mujer que admiro profundamente, muchas veces la vi luchando entre su rol de gerente y su rol de mamá/esposa. Siempre me recuerda mucho a mi mamá cuando veo a alguien haciendo estos malabares. Y entonces siempre dije: ¿Valdrá la pena? ¿En serio será así?

Entendí, con la poca práctica de unos meses, que los puestos de liderazgo están atados al servicio de las personas con las que trabajamos. Me he encontrado millones de veces pensando en la situación particular de uno de "los chiquillos" mientras cocino, me alisto para dormir o mientras vamos en el carro hacia la casa. Me apasiona cada día más pensar en el desarrollo de cada uno y siento un orgullo particular por cada uno de ellos.

Pero mientras he balanceado esto, me he descubierto saliendo 2 horas después, haciendo shifts de 12 horas y no tomando ni un solo descanso durante 9 horas, ni siquiera aquellos establecidos por ley. Me he dado cuenta que considero "descanso" ir al servicio sanitario o levantarme a traer agua.

Y ayer me golpeó muy fuerte hacer esta introspección:

Si los colaboradores con los que estoy no saben que respeto mi horario, ¿de quién van a seguir el ejemplo?. Si no me ven descansada, contenta, de buen humor ¿cómo van a saber la maravillosa experiencia que es tener un puesto en liderazgo?.  Y lo más importante: Si no soy yo la que refleja un buen manejo del tiempo, ¿quién se los va enseñar?. 

No sé quién fue el loco que nos enseñó que el trabajo duro es sinónimo de sacrificio en todas las áreas de la vida y sí, -en situaciones especiales- debemos "ponernos la camiseta" y trabajar hasta que el cuerpo aguante; pero, ¿a diario? Demasiado Paris Geller en sus tiempos de editora del Yale Daily News para mi gusto.

Entonces hoy, aquí en mi descanso, decidí invertir mi tiempo en proponerles algo. Vamos a reinventar esta cuestión: Descansemos, durmamos, hagamos ejercicio, tomemos los descansos que nos tocan y las horas completas de almuerzo FUERA.DE,NUESTRO.CUBÍCULO. Hagamos tiempo para arreglarnos el cabello, las uñas, maquillarnos (todo si queremos), jugar con los hijos, hablar con los amigos y sentarse a desayunar con los papás.

No dejemos que el liderazgo, que es tan lindo, se confunda con el Síndrome del Burnout. Usemos nuestro tiempo libre, salgamos, hablemos. Seamos ejemplo del Balance Vida-Trabajo para inspirar nuevos líderes, con buen balance y más felicidad. ¡Aquí les dejo unos tips (perdón, solo están en inglés) super útiles!

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sábado, 5 de noviembre de 2016

Del periodismo valiente y el pasaporte presidencial

Me levanté a las 5  de la mañana y me apresuré para cumplir con el calendario de las actividades propuestas para ese día. Al salir del hotel, el sol con costos se asomaba y un choque cultural me quitó el último vestigio de sueño: Una avenida llena, a ambos lados, de camiones del ejército el mismo día que México amanecía de fiesta por la celebración de su aniversario de Independencia. 

No pude comprender el contexto en ese momento, hasta que ví las noticias. No hay derecho a protestar en ningún lugar en contra del gobierno. Uno a uno, los periodistas disimulaban -o no- su descontento con Peña Nieto en lo que llamaban "una época oscura para México". Uno a uno se cubrían también de policías los lugares icónicos para resguardarlos, como quien protege unas escaleras de un infante. 

Mientras caminaba por las calles hermosas y limpias de la capital mexicana, no podía evitar sentirme cada minuto más incómoda por la opresión disfrazada de democracia, por un pueblo que coloca placas en el piso denunciando a su gobierno de haber matado a miembros de su familia sin explicación alguna, consecuencia de estar en el  lugar incorrecto en el momento incorrecto. 

El día anterior, para una actividad gubernamental en los Bosques de Chapultepec, un autobús del mismo ejército transportaba con altas medidas de seguridad a un grupo de personas. La curiosidad me llevó a acercarme un poco más para descubrir, con profundo dolor, que decía "Prensa". Al preguntar a un taxista la razón de este transporte, su respuesta fue aún más triste "Seño, aquí los que más matan es a los periodistas, Si no los calla el narco, los calla el gobierno". 

Volví a Costa Rica con un libro de investigación periodística de un caso de corrupción presidencial que captó mi interés, con la idea de escribir sobre la suerte que tenemos los ticos de vivir en el paraíso terrenal centroamericano y contarles por este medio todo lo que había visto. Con el amor profundo que desarrollé por el México turístico nació también un sentimiento de decepción ajena hacia un gobierno que cada día pone más lindo el país y más feo el panorama. 

Sin embargo,hace un par de días, una noticia me abrió los ojos. El colega Álvaro Sánchez se encuentra en protección de testigos por cubrir la noticia de la captura del cabecilla de una banda narcotraficante -Dinier Estrada- quien lo amenazó mientras lo subían a la patrulla. “Estarás muy contento (...). Cuidado se resbala, ande con cuidado” le gritó con la cara ya tapada y yo sólo pienso en la valentía de Sánchez y el pánico se apoderó de el cuando dejó de pensar como periodista y pensó como padre, hijo o esposo. 

Talvez el pequeño paraíso está dando los mismos signos que México. Allá, debajo del encanto azteca y el olor de la comida más deliciosa; se alberga una sociedad oprimida, asustada, secuestrada, desaparecida, asesinada. "No pues Seño, esos 43 ya están más que muertos. Los mataron antes de protestar, los subieron a un camión y ya" me comentó un taxista. Y es que incluso llamándolos " Los 43" han logrado deshumanizar a cada estudiante universitario que quería protestar y a quienes su Presidente ha llamado incluso a superar.

Aquí, debajo del Gallo Pinto y el Pura Vida tenemos cada día signos más preocupantes de una convivencia cómoda con el narcotráfico, una convivencia que incluso llega a matar a niños por estar en el lugar que las pandillas escogieron para pelear. La pobreza crece y el gobierno nos dice que es mentira, lo que era seguro se vuelve inseguro y lo que era inseguro se vuelve intransitable.

En ambos países, nos recetan cada día programas de alto contenido humorístico y nos venden una farándula que se vuelve la casa de Barbies con la que ponen a jugar al pueblo mientras los padres de la patria negocian. Mi papá, con fuerte preocupación, me dijo uno de los halagos más grandes durante nuestra estancia en el encantador México: "Mami, es que es a los jóvenes como usted a los que terminan matando. A esos que preguntan todo, que lo cuestionan todo y no se rinden".

Si es así, muero con gusto preguntando qué está haciendo el gobierno con respecto a estas bandas de narcotráfico. Muero por denunciar delincuentes, muero por decirle sus verdades a un "viejillo verde" y a cualquiera que le niegue el campo a un adulto mayor en un bus. Me moriré haciendo preguntas, como todos los colegas mexicanos, porque se lo debemos a nuestro país y al juramento de nuestra graduación. Todos nos graduamos sabiendo que podríamos ser el próximo Veronica Guerin.

Cuando los buenos periodistas se ven amenazados por los sectores corruptos del país, es cuando sabemos quién está a cargo. Las muchas policías no han podido contener carteles en tierras aztecas y capturar al líder de una banda no hizo ninguna diferencia en el nuestro; es triste ver como lo que tanto hemos temido se forjaba en nuestras narices mientras todos veíamos Bailando por un sueño.

Y es aquí adonde aterriza mi comentario: Colegas, ¿dónde están los otros periodistas valientes? Si solo le preguntamos al Presidente a cuántos viajes va ir, qué se va poner y si se van a comer a Daniela este año en la cena; se nos pasan los temas importantes. Yo que estoy afuera de los medios, anhelo poder hacer esas preguntas y reitero mi posición de defender y exponer siempre la verdad. ¿Qué están haciendo ustedes, estimados colegas? ¿Por qué cada día sabemos menos de planes y más de sucesos? 

¿Será que es más fácil cubrir un muerto que exponer a un vivo? ¿Qué estamos esperando? ¿Por qué estamos tan cómodos porque nos paguen por hacer notas basadas en lo que está trending en redes sociales? ¿Cuándo pasó que el periodista mejor pagado sea el de Espectáculos, porque es el más importante? Poco a poco y con mucha preocupación, he visto decaer la profesión, en todos los ámbitos. 

Pero hoy que nos llama la alerta, que nos matan a Jairo Mora y no hablamos de él en las noticias, que nos matan a los niños que juegan en playas y no estamos cubriendo el día a día de los culpables, hoy que el país nos necesita... ¿por qué nos sigue preocupando solo el pasaporte presidencial?

sábado, 30 de julio de 2016

Y si hacemos un muñeco?

"Mama, es que ud es puro Anna!" "Ay mire a Gabrielita, qué terrible! Ahí va a decirle a la hermana que pueden arreglar todo y la otra tratando de pensar" "Y si hacemos un muñeco? Mama... qué seguía? Ay Dilciaaaaaa, ven vamos a jugar, ya no te puedo ver jamás hermana sal parece que no estás! -Ella se unía- Solíamos ser amigas y ya no más, no entiendo lo que pasó! Y si hacemos un muñeco? No tiene que ser un muñeco!" -se reía y decía awwwww-

Como todos los años, quise escribir un post en mi cumpleaños. Me tomó un poco más de tiempo porque pensé cada palabra, cada detalle. Vimos Frozen juntas la primera vez y lloramos abrazadas, nos reímos de las similitudes con Elsa y Anna,nos maravillamos conociendo a Olaf.

Hace unos días, una de mis hermanas (1 biológica, 4 por crianza) me dió la lección más grande que alguien pueda haberme dado jamás sobre el amor. Aprendí que el amor de verdad es estar, es asistir, es dejar ir a pesar del dolor insportable sólo por no ver sufrir a la otra persona. Aprendí que el amor de verdad es celebrar que alguien vaya al cielo y entre a la presencia de Dios antes que uno. 

Muchas veces fuimos a la Iglesia juntas y tuvo siempre esta forma particular de adorar a Dios que deleitaba a quien la veía. Como todas las hermanas, algunas veces peleamos; pero el amor nos ganó siempre. Aprendimos que no importaba lo que pasara, nos iba unir siempre. 

Me enseñó que amar a una persona es pensar "cómo le gustaría a ella que yo manejara esto?" y derrotar mi Anna interna para poder ser la persona que ella necesitaba en el momento en el que me necesitaba.

Hoy entiendo que la película no fue solo una diversión sino una gran lección y que, junto con Intensamente, nos enseñó mucho de nuestra relación y de nosotras mismas. Yo soy intensa y apasionada, ella correcta y dulce. Yo soy el huracán y ella esa calma que queda justo después... Esa paz, ese silencio, esa mesura. 

Con su ejemplo me enseñó siempre a reír, a decirle Roar a las circustancias más difíciles y al final de su vida en la tierra me enseñó que el amor transforma. Que apacigua los huracanes, que calma las intensidades y que convierte a Anna en una mujer comprensiva, atinada y respetuosa. En una mujer que pensó, en todo momento si a ella le gustaría el manejo de la situación y basado en eso tomó sus decisiones. 

Me enseñó a hoy pensar "Qué haría Chichi?", como le decíamos de cariño. No importa dónde esté, tampoco importa si la veo o no. Ella vive en mi corazón y yo en el de ella. El amor no pasa, no se desvanece: El amor no muere. Y en este cumpleaños, sé que ella hubiera querido -como siempre gustaba celebrar las fechas especiales- que nos reuniéramos a celebrar la vida, a celebrar un año más. 

Sé que en medio de las risas nos perdona las lágrimas que nos brotan de la humanidad que aún no comprende que perderla en la tierra es un regalo de Dios. Que hoy más que nunca debemos alabarle y agradecerle por recibir a la modosita de las princesas, a nuestra fuerte, atinada y valiente Dilcia. 

Gracias mi preciosa por enseñarme lo que el amor significa. Porque a través de vos entendí que el amor realmente no es egoísta, que el amor realmente es servicial... A celebrar la vida, a estar y valorar, a compartir dolores y alegrías, a hacerse cargo y a nunca abandonar. Es el mejor regalo que estos 28 me pudieron dejar!


1 Corintios 13

7. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
8. El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá;
9. porque nuestra ciencia es imperfecta y nuestras profecías, limitadas.


domingo, 22 de mayo de 2016

5 lecciones inevitables de "Entonces Nosotros"

El jueves pasado nos fuimos para una proyección especial de Cine Noctámbulo en el Magaly. Nos recibió la majestuosidad de un cine antiguo y un saludo muy caluroso del director de la película a proyectarse: Entonces Nosotros. Hernán Jiménez  se detuvo a saludar invitado por invitado -hasta de beso en el cachete- y tuvo la maravillosa experiencia de ver como una sala de cine se llenaba para ver su reciente estreno. 

La película es genial, para los que hemos sido seguidores de los monólogos de Hernán Jiménez (sobre todo del más personal, ¡Así quien no!) entendemos que Diego -el personaje principal- tiene muchísimo en común con el actor que lo interpreta -sobre todo por el repelente y Terror en la Jungla- y me queda la pregunta en el aire de  cuánto de la historia personal de Hernán Jiménez hay en Entonces Nosotros. 

Escuché decir a un par de chicas afuera del cine que la trama era "predecible", y bueno, es que es bastante obvio lo que puede pasar en una relación en la que sólo uno de los dos está enamorado. A partir de aquí les digo: Vayan a verla. Si no han ido, ¡no sigan leyendo!. Para los que ya la vimos, hay 5 lecciones que nos deja Entonces Nosotros y son por las que -probablemente- se me puso la piel de gallina unas 300 veces. 

1. Cuando el amor se intenta de más, se pierde la dignidad. Ay chiquillos, ¡qué cosa más terrible ver a ese hombre tomarse una droga por "despecho"! Cuando estaba ahí todo vomitado y habiendo perdido la entrevista de su vida aún sin saberlo, se ve a Diego en lo que yo considero el indicador de que uno intentó demasiado en una relación: la pérdida de dignidad. Cuando se está en una relación en la que el amor falta, casi siempre al final, se corre el riesgo de hacer cosas como las que Diego hizo por "encajar" en la idea de diversión de Sofía. Es deprimente de ver porque todos los que hemos salido de algún tipo de relación así, hemos pasado por una verguenza proporcional; pero es una lección para los que no. Tomen nota! 

2. Cambiar por alguien no es amar a alguien. Sofía tenía toda una identidad secreta de la que Diego no estaba ni siquiera enterado. Con él, era la muchacha que se quedaba jugando Scrabble en la playa; sin él era toda una aventurera/party animal que disfrutaba de todo aquello que Diego odiaba o había superado. Es normal que una persona tenga un estilo de vida más "suave" en el momento en el que empieza una relación, pero no es normal que renuncie a sí misma. Es de esas películas que están hechas para abrirnos los ojos y entender que si alguien renuncia a sí mismo por una relación, tarde o temprano, culpa a esa relación de su vida aburrida y regresa -en cuanto haya una lloviznita en el paraíso- a lo que conoce. 

3. En los roadtrips se conoce a la gente.  Si ustedes quieren conocer realmente a una persona, paseen con ella. Descubran lugares, salgan, canten a todo volumen las canciones que se sepan y descubran los placeres culposos de la otra persona con respecto a gustos musicales. Hablen, hablen mucho! Porque créanme, nada le permite más conocer a su significante otro y a sus valores que cuando se quedan sin zapato en media playa desierta, cuando se quedan sin parabrisas tras un fiasco de fiesta o -en mi caso- cuando se les estalla una llanta en un restaurante en Puntarenas a las 9pm. 

4. No venda lo que no tiene. Al principio de la película, Sofía explica como Diego solía hacerla sentir y ser con ella al principio de la relación. Mi mamá siempre me ha dicho "no haga nada de novia que no esté dispuesta a hacer de casada" y me parece de las lecciones más ciertas y correctas. En una relación, vos tenés que ser vos porque el día de mañana vivís con alguien y esa persona encuentra que no te gustaba cocinar, ni jugar play con el, ni ser el primero en leer cualquier cosa que ella escribiera, etc. Si no les gusta jugar fútbol, no lo jueguen. Pueden intentarlo, pero si no les gusta no se fuercen por alguien. Y no venda amor, admiración, pasión y cariño si no está dispuesto a darlos hasta el día que la relación termine. Todos tenemos malos días, incluso malas semanas, pero la otra parte de esta lección es que el amor se cuida. Nada más rico que compartir la vida con una persona que sabemos que vive perfectamente sin nosotros pero que nos elige todas las mañanas. 

5. Costa Rica, ¡WOW!  La cuota más grande que me deja Entonces Nosotros con Hernán Jiménez, es el agradecimiento por resaltar lo hermosa que es nuestra Tiquicia. En "El Regreso" presentaba una cara de nuestro país un poco frustrante y burocrática -igual a Costa Rica yo siempre la veo linda- pero con "Entonces Nosotros" la verdadera protagonista es la belleza de este bendito pedacito centroamericano y su estrella: Santa Teresa. Se los prometo que, si están en una relación, no va haber nadie que quiera repetir la historia de Diego y Sofía pero sin excepción van a querer repetir "el ride". Se van a enamorar de lo que ven y -como yo- van a empezar a planear su viaje (eso si, en 4x4) a estas hermosas playas de la Península de Nicoya.



A mi de verdad me encantó la película y el esfuerzo de Hernán Jiménez por hacer una buena producción nacional. A ustedes ¿cómo les fue? ¿Qué fue lo que más les gustó? Si lo quieren compartir, pueden ponerlo en los comentarios! :) Y si no les gustó del todo, también!

miércoles, 16 de marzo de 2016

Perdón por alentarla, Tocola.

Cuando estaba pequeña -según los recuerdos de mi madre- siempre veían las fábulas y los programas de Canal 13, nunca se me ocurrió escaparme de la escuela o del colegio y siempre me pareció que fumar era un vicio tan aburrido como tonto. Se puede decir que he sido, en promedio, una "chiquilla buena". 

Cuando estaba en 8vo de colegio, mis amigas de aquel entonces fumaban marihuana. Creo que de un grupo de 10-12, una o dos nunca consumimos. Yo estuve en fiestas donde me ofrecieron, la repartieron y la fumaron delante mío. Me he encontrado en ese mismo escenario en muchos momentos de mi vida sin sentirme tentada ni una sola vez, para mi suerte, y con la capacidad -sepa Judas de donde- de no juzgar a mi interlocutor por pensar o escoger algo distinto. 

Pienso que en aquel momento en el que tuve que tomar decisiones tan importantes sólo tenía 14 años, 4 años más que la hermanita de mi novio que aún tiene platos de la princesita Sofía y se le permite andar dos colitas en público (y se ve divina). De aquellos años, aún me entero de alguno de nuestros amigos "grandes" (los muchachos del grupo eran significativamente mayores) que nunca logró salir de ese mundo en el que la marihuana fue la puerta para que se introdujeran a un mundo de drogas más duras, carencias y hasta robos. 

Según las estadísticas del IAFA  acerca del uso de la marihuana en Costa Rica, en 1990 el consumo de esta droga empezaba a los 19 años y para el 2010 ya se promediaba a la edad de 16 años. En el 2011, pagamos la atención de 2.324 personas con transtornos mentales por consumo de marihuana en hospitales públicos y en ese mismo año el "costo económico del consumo de sustancias psicoactivas en Costa Rica  representó $551.095.458,51(quinientos cincuenta y un millones noventa y cinco mil cuatrocientos cincuenta y ocho con 51/100 dólares americanos), para un costo per-cápita de $120,01 (ciento veinte con 01/100 dólares americanos), y equivalente a un 1,36% del Producto Interno Bruto" según un análisis económico de la misma entidad. 

Mi problema con "La Tocola" no es ella, ni lo que representa. En efecto es un personaje ficticio porque la mayoría de mis amigos no usaba ese lenguaje populacho ni ese acento combinado con ademanes que nos hace creer que todo aquel adicto o consumidor de marihuana es "ratica". He visto gente consumir marihuana haciendo "puesto" de lo que los papás le daban en el cole y gente de muchísima plata que la consume, sin tanta payasada en ambos casos. 

Mi problema con ella es el mismo que tuve por años con los integrantes de "La Micro" y demás programas mañaneros pensados únicamente para hacer surgir la risa fácil, nunca en el público al que llegan ni en la responsabilidad que, como medio de comunicación masiva, tienen con la sociedad. 

No, muchacha, el problema de los jóvenes no es de ellos: ES DE TODOS. La sociedad, como conjunto, es la que cría a las generaciones que van para arriba y son ESOS egoísmos los que nos tienen en este ambiente enfermo en el que se matan, violan, irrespetan tantos derechos de los padres como de los hijos. 

La posición fácil, es la que usted tiene. No, usted no representa a uno solo de mis amigos consumidores de marihuana que SABEN que están consumiendo una sustancia ilegal. Si estamos de acuerdo en que la legalicen pero no para que "se acabe la hipocresía" ni para que "dejen de hacer el papel para quemarlo" sino para que usted pague un poquito de impuestos por lo mucho que, como está estipulado arriba, nos va costar a los demás su enfermedad por abusar de una sustancia nociva. 

Si, la marihuana es legal cuando es medicinal. Pero créame cuando le digo que usted NO quiere tener una enfermedad que le garantice la prescripción de esa droga para luchar contra el dolor insoportable. Usted, "Kimberly", representa el sector egoísta e irresponsable que cree que si "mi consumo lo ofende, vuelva la cara". 

Yo he visto un par de videos y creo fervientemente que si existiera un Facebook para mayores de edad que ya tomamos nuestra decisión y tenemos criterio, los compartiría muerta de risa para que mi mamá se escandalice con su lenguaje y sus posturas tan de "no-señorita", pero francamente, no entiendo ni la mitad de lo que dice la mayoría de las veces. 

Para mi decepción y sorpresa, hace un par de días, los medios de comunicación se suman a su irresponsabilidad masiva transmitiéndola y haciendo viral su video en el que le compra marihuana a un vendedor ilegal; en un momento en el que en su comunidad, Desamparados, 16 personas perdieron la vida en el 2014 en lo que se denominó el año más violento en ese cantón josefino. 

Si usted va ser personaje público, asuma su responsabilidad. Explique los efectos de la droga, exponga los casos de sus amigos que "se les pasó la mano" y viven en una "quema" insaciable que los lleva a tomar medidas extremas. Cuéntenos si se ha enterado de que algún dealer está encarcelado o peor, si ahora la mamá -la que usted dice que es la del problema- lo visita en un cementerio y lo tuvo que ir a vestir a una morgue. 

No trate de vendernos lo divertido sin vendernos la problemática que el consumo y venta de drogas ha traído y nos ha costado a todos, porque la abuelita con la que usted vive también paga un Seguro Social. No muestre el lado chiva y divertido del asunto, si no está dispuesta a explorar el otro lado, mier. Y sé que puede sonar como una exageración de una "aburrida", pero es precisamente porque los que estudiamos comunicación y nos dirigimos a las masas, comprendemos que tenemos que verle todas las caras a un tema antes de defenderlo. 

Como dijo mi papá, usted defiende el consumo de la marihuana de la misma forma en la que Donald Trump defiende al "americano promedio". Su uso indiscriminado e irresponsable de las redes hoy es alabado por los medios de comunicación en lo que sólo puedo pensar que sea una campaña de expectativa del IAFA, de lo contrario, jamás entenderé a los colegas que la contactan para hacerla popular. 

Y, sin embargo, la de la responsabilidad no es usted. Usted es el producto de una sociedad permisiva en la que consumir marihuana sigue siendo, por patético que suene, lo más cool y todos cantamos "Legalize It" de Sean Paul. Usted es el producto de un colegio en el que le restringimos a su profesor regañarla, ponerle malas notas, darle trabajos a la casa y en el que, durante algunos años, obligaron a ese mismo profesor a dejarla "arrastrar materias". 

Usted es el producto de esa porción de niños educados por Nickelodeon, Canal 7, A todo dar, La Reina del Sur y Combate; usted es es el reflejo de lo muy mal que hemos educado a nuestra juventud porque ni una sola vez se ha sentado a pensar qué pasaría si sus videos llegan a manos de un muchacho en riesgo social -o de muchísima plata- que se divide entre tomar o no tomar ese "purito" al que usted se refiere con tanto cariño.

Perdónenos por obligarla a adoptar ese hablado, usar esa ropa y tener que hacerle creer a su público que es humilde rayando en lo pachuca para ser popular, cuando todos sus videos están grabados en HD y tiene un muy bien Diseñador Gráfico de la mano con un excelente Community Manager. 

Perdón, Tocola, por alentarla. Perdón por hacerle creer que el producto que usted ofrece es digno de las noticias del medio día, como plato fuerte para el almuerzo tico. Perdón por su mal sistema educativo, perdón porque en su generación ya no hay límites. Discúlpenos por hacerle creer que su trabajo vale muchísimo y que usted representa, fielmente, a un sector costarricense