viernes, 30 de marzo de 2018

Don Fabricio, yo no tengo un problema con usted.

Buenas noches, Don Fabricio. Quiero dirigirle unas palabras porque, francamente, las redes sociales se han convertido en un campo de batalla desde su polémico video con el que defendía los valores y la familia tradicional en Costa Rica, incluso aseverando que podría salirse de la CIDH.

Quiero que sepa que yo no tengo un problema con usted. No, de verdad. Creo que usted como persona, padre, esposo y amigo no me ha dado material suficiente para despotrincar contra su persona. No. Mi problema es con su entorno. 

Mi problema es con los que, como usted contó en un testimonio, lo seleccionaron diputado sin tener usted el más mínimo conocimiento de lo que era un diputado y de la influencia que podía tener desde una curul. Mi problema es como ese "apoyo" vino de su padre espiritual -Ronny Chavez- al que usted ha negado más veces que Pedro a Cristo, aún con tantas pruebas fotográficas de la constante visita del Sr. Chavez a la Asamblea Legislativa. 

Mi problema es con sus expresiones machistas hacia su esposa, también desde un altar de una iglesia, y con el hecho de que lo único que lo frenó de decirle "Hola Mamacita, venga deme un beso", fue su religión y no su conciencia de que ella merece no escuchar esas cosas sólo por bailar una canción estilo country

Mi problema es con que usted se parara frente a cámaras a informar al país  aún no teniendo un título para eso, se parara frente a miles de feligreses en varias iglesias aún sin haber estudiado teología y hoy se presente frente a una de las democracias más sólidas del mundo queriendo improvisar su papel. 

Mi problema, Don Fabricio, es que usted y yo no creemos en el mismo Dios. Porque, justo hoy, se conmemora la muerte del que vino a darle libertad al mundo -Jesucristo-. Ese que se sentaba con escribanos a comer, le daba un lugar a las mujeres y no permitía que apedrearan prostitutas. Y, sin embargo, usted quiere hacerle pretender al mundo que usted lo representa redefiniendo el concepto de libertad en su "Plan de Gobierno 2.0". 

Mi problema es con el montón de oportunistas que se han acercado a usted y le han dado adhesiones, sin saber cómo y para qué. Desde Otto Guevara hasta Álvarez Desanti, ninguno de sus hoy "aliados" ha dado planes ni razones concretas para darle la adhesión a usted y, francamente, todos los que hemos seguido la política hoy sabemos que nada bueno sale de esos favores. 

Mi problema es con las cadenas de "profetas" que he visto en en las que aseguran que hay un designio divino para que usted sea Presidente de la República porque ha sido "obediente al llamado de Dios", aún sin importar si esto manipula a sus seguidores. 

Mi problema, Don Fabricio, es con su improvisación. Con su falta de legalidad, con pagarse montos millonarios de su actual campaña aún siendo diputado, con cuestionar a nuestro Tribunal Supremo de Elecciones, con la discriminación que se esconde bajo sus mensajes fundamentalistas y -por supuesto- con sus reuniones secretas y su tardía presentación de documentos. 

Y, ¿sabe? Yo no voté por Carlos en primera ronda. Yo también estoy decepcionada de mucho de lo que hizo el PAC. Yo no voto por Carlos Alvarado sólo porque esté infinitamente más preparado, porque ha tenido adhesiones que suman y porque tiene experiencia en el Ejecutivo; sino porque estoy convencida como cristiana, Don Fabricio, de que usted ha caído "de chiripa" en todos sus puestos, nombramientos y demás. Y también sé que si Dios lo quisiera de Presidente, usted estaría preparado.

El Dios en el que yo creo, no improvisa


Tomado de la página de Facebook de Carlos Alvarado Quesada