Cuando yo estaba en 7mo año del colegio, tenía el pelo corto y estaba en esa edad en la que la cara no tiene aún demasiada forma. En mi sección había una muchacha unos 2 años mayor y se hizo "mi amiga".
La inocencia de venir de una escuela en la que el bullying no era frecuente me hizo no entender que ella se estaba acercando únicamente para burlarse de mi. Me decía Matilda por un dibujo de una bruja con el pelo "parado como el mío" y la nariz grandota "como la mía". También se burló de un papelito que le hice un día (porque ella era mi amiga) y convenció a mi sección de que a mi "seguro me gustaba ella".
Bastó que llegara medio año para que la deserción colegial la alcanzara, no sin antes dejar huella en mis compañeros que me dijeron Matilda por algún tiempo más. Esta es la primera vez que cuento esto desde los 12 años.
Mi reacción, como la del desafortunado video de Valentina, también fue "reírme". También fue tratar de seguirle la broma a la persona que me estaba haciendo acoso escolar para que se acabara, para que viera que no me dolía y dejar de ser el objetivo. Así como Valentina, era como ponerle gasolina a un incendio forestal. Y me daba vergüenza -mucha- pedir ayuda.
Siempre me he preguntado qué hubiera sido de mi vida de colegio si esa chica no quedaba embarazada... ¿hasta dónde habría llegado? Ella no fue la única bully que conocí, pero si a la primera a la que le permití afectarme.
Antes de eso, me defendí a mi y a todos a mi alrededor. Desde pequeña, he sido una defensora innata de las injusticias. En el mismo colegio, recuerdo gritarle a "los de la soda" porque le pusieron una tablita invisible a muchachos de 7mo en el piso para que se cayeran. Nunca he entendido lo gracioso de los videos en los que se humilla otra persona y repudio especialmente en los que se le hacen groserías a niños pequeños, súmele 3 puntos si estos lloran. ¡No me importó ni el trabajo de mi papá cuando le dije al director del grupo en el que tocaba que por qué no dejaban de cantar "Te compro tu novia"!
Así que no, el que yo no me supiera defender nunca fue el problema. Y tampoco es el de Valentina.
En un reportaje del 2018, La Nación ya nos contaba como el 60% de los estudiantes en Costa Rica habían sufrido de algún tipo de acoso escolar. También decía que sus secuelas podían llegar a repercutir en las personas que lo sufrían hasta los 40 años y lo confirmo porque yo tengo 36 y hasta ahora puedo hablar de esto. Nos lo contó porque, ese mismo año, conocimos el caso de Sebastián Díaz y nos dolió a todos como hoy nos duele Valentina.
Hicimos marchas, vimos lazos, nos prometieron acciones y -como hoy- todos los comunicadores saltamos para hacerle bulla a este tema que no deja de doler. Tristemente, las 354 denuncias por bullying que se habían recibido a noviembre del 2023; nos dicen que Sebas, Valentina y yo seguimos sin estar solos en las estadísticas.
Pero es que hoy... no me puedo enojar con Gerald.Tampoco con los niños que se ríen y graban lo que le está pasando a Valentina. Es que ellos están imitando lo que ven en la calle. Están emulando la violencia que viven, las bromas de internet que ven en su acceso indiscriminado a pantallas y la ola innegable de violencia en la que estamos sumergidos.
¡Es que todos somos Gerald! Somos todos cuando no hay un solo adulto de los que iban alrededor de esos niños que interviniera...¿será que lo ven todos los días? Somos todos cuando no nos estorba tener un presidente que ataca a periodistas y a la "prensa canalla" en Casa Presidencial y aplaudimos cuando miembros de su equipo de gobierno tienen el descaro de decir que "tomarán medidas en el asunto"... ¿con cuál ejemplo?
Somos todos cuando la mayoría de adultos experimentamos bullying a vista y paciencia de profesores del MEP que no hicieron nada, de personas que creen "que no es con ellos" o que "así juegan los muchachos, que aprendan a defenderse y -si son hombres- que se haga varón".
Somos todos cuando chineamos vivir en la sociedad en la que uno de los adolescentes que más quiero tuvo que desarrollar una maestría en peleas callejeras para sobrevivir su colegio... ¡si ustedes entendieran la ternura de ese corazón!
Siempre que tengamos autoridades que no hacen nada, influencers aprovechando el caso de Valentina para "ir a visitar a la familia y a dejarle cositas de mis patrocinadores" cazando likes, una sociedad cada vez más centrada en la superficialidad y que responde violencia con violencia; vamos a seguir teniendo videos virales que son responsabilidad de todos.
Porque a ese muchacho lo criamos todos, lo cría el colectivo, no solo sus papás. Si la sociedad no estuviera cómoda con esos comportamientos, no tendríamos bullies.
¿Quieren ayudar? Activen la ternura en sus casas. Empiecen a hablar con amor. No rían chistes que se dan a expensas de alguien más y condenen las conversaciones en las que se ataca a cualquiera que no sea un igual, sea más inocente o cometa un error. Amen mucho a los adolescentes que tienen cerca y dótenlos de herramientas para enfrentar esa jungla a la que le llamamos colegios, cuéntenles sus propias historias para que sepan que no esán solos y que la diferencia es solo que nosotros no teníamos smartphones.